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Entendiendo lo inentendible: entrada abierta sobre tendencias.
Pasear por el centro de Madrid un domingo de noviembre no sólo es preguntarse que comprarán las personas por Navidad en el Corte Inglés y preguntarme como cada año que voy a regalar a mi padre (desde luego el regalo más díficil para mí), quiere decir también fliparlo delante de la cola de Primark que rodea la manzana porque a la gente les gusta comprar plástico como si fuera ropa de marca, pero sobre todo, quiere decir estar continuamente esquivando los palos selfie de los turistas.
Hace tiempo que quería hacer una entrada sobre el tema, he recopilado un poco de información y hoy 29 de noviembre (una fecha que me gustaría borrar del calendario, pero esta es otra historia) con un vinito blanco y mi tabaco de liar que aún no he conseguido dejar, ha llegado el momento de publicarla. Quiero nombre y apellido del inventor de este instrumento del demonio. Quiero saber cuanto cuesta, quiero saber porque parece que no se puede salir una noche sin él. Lamentablemente, mis amigos no lo tienen (supongo que sino no serían mis amigos), aunque conozco a bastante gente selfie-addicted.
Hay varias categorías supongo: los que lo quisieran con toda su alma, pero que le da vergüenza ajena entrar en una tienda a comprarlo, y que esperan que algún día se lo regalen, los que lo tienen y se fardan de él, los que lo tienen pero se lo callan si alguien está criticando el amigo palo, los que, como yo, le darían en la cabeza con el amigo palo a quienes lo tienen y no paran de usarlo.
Una vez estaba en la Sureña con un grupo de amigos y uno de ellos ve a una niña con el palo y suelta «no me lo puedo creer! esta tiene un palo para sacarse selfie!». El amigo no tiene ni Facebook es decir no es el más experto en tendencias, pero la chica que iba con él le contestó muy bien «Yo lo tengo en casa» con la cara emoticono indignada, seguro que sabéis a la que me refiero. Pero lo mejor que he visto ha sido con diferencia la foto perfil de Facebook de personas que se hacen fotografiar por terceros saliendo con el palo sacándose un selfie es decir, la locura (cara emoticono «el grito de Munch»). No sé ni siquiera si lo he explicado bien, creo que no se puede explicar muy bien.
Ahora bien, que sobre esto tuve una interesantísima discusión con una conocida que obviamente tiene el palo selfie. Decía que en Argentina son partidarios de «que se vea el palo en la foto» pero que ella cree que no tiene que salir.
Esto con que tiene que ver? Con el grado de egocentrismo, no?
Tengo el palo y quiero enseñarlo o no lo enseño para que mis amigos del Facebook piensen que alguien me ha sacado la foto. ¿O es que no saben usarlo?